Esta semana, el gobierno mexicano inicia conversaciones para renovar su Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea; además busca acercarse más a los gigantes sudamericanos Brasil y Argentina.
México está a punto de dar un giro para apartar su economía de Estados Unidos y del presidente Donald Trump.
El gobierno federal empezó este lunes las conversaciones con sus contrapartes de la Unión Europea (UE) para actualizar su propio Tratado de Libre Comercio que fue inicialmente firmado en el 2000.
Este lunes, el gobierno mexicano confirmó en un comunicado que este lunes inició en Bruselas, Bélgica, la tercera ronda de negociaciones para la modernización del acuerdo comercial.
Expuso que durante la ronda continuarán los trabajos en materia de acceso a mercados de bienes y servicios, reglas de origen, facilitación del comercio, inversión, competencia y mejora regulatoria.
También se continuarán los trabajos en propiedad intelectual, contratación pública, obstáculos técnicos al comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias, mejoras en el proceso de diferencias comerciales, comercio y desarrollo sustentable, y cooperación en materia de energía y de pequeñas y medianas empresas, de acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Economía.
Durante años, ambas partes han expresado el deseo de firmar nuevos acuerdos, pero solo anunciaron la “aceleración” de negociaciones comerciales poco después de que el republicano llegara a la Casa Blanca.
Eso no es todo. Funcionarios del gobierno de México se dirigirán esta semana al Foro Económico Mundial en América Latina donde probablemente reiterarán su interés en comprar más bienes —particularmente maíz y soya— de Brasil y Argentina en lugar de hacerlo a Estados Unidos.
México no se ha sentido muy bienvenido en América del Norte. Trump ha amenazado con impuestos contra los bienes mexicanos importados y con retirarse del TLCAN, el tratado de libre comercio trilateral que también incluye a Canadá. (Sin embargo, el gobierno de Trump recientemente senaló que no buscaría reescribirlo completamente).
El país latinoamericano es uno de los mayores compradores de maíz y soya estadounidenses. El maíz es un alimento básico para la dieta de los mexicanos, usado para todas sus comidas, desde puestos de tacos hasta restaurantes finos.
Es un momento fortuito para que México mire hacia el sur y hacia el este. Argentina y Brasil, dos de las economías más cerradas del mundo para negociar, tienen líderes tratando de deshacerse de las políticas proteccionistas de libre comercio.
Europa también está deseosa de encontrar más socios comerciales luego de que las conversaciones sobre un acuerdo comercial ambicioso con Estados Unidos —la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés)— se estancara mucho antes de que Trump llegara a la presidencia.
Expertos dicen que entre los desafíos que tiene México está encontrar áreas donde se complemente con sus socios, en vez de competir con ellos. Como un gran fabricante de autos, puede tener el riesgo de competir con gigantes fabricantes de autos europeos como Daimler, de Mercedes y BMW. Y Argentina y Brasil también son centros de producción automotriz.